El Design Thinking es mucho más que un concepto más con nombre inglés. Es una metodología que cada vez cuenta con más adeptos, también en el sector educativo. En este artículo te explicamos qué es y cuáles son sus beneficios en la enseñanza.

Qué es el Design Thinking y cómo nace

El Design Thinking es una metodología para afrontar y resolver problemas o retos, pero que tiene la particularidad de situar al usuario en el centro. Es decir, si aplicamos este proceso en el caso de una empresa, siempre se estudiarán las necesidades reales del cliente, se entenderán sus problemáticas y se construirá la solución en base a eso.

A pesar de que esta técnica ya se había aplicado con anterioridad, se considera que el concepto de Design Thinking como lo conocemos hoy nació en los años 70. Sin embrago, no fue hasta 2008, en la Universidad de Stanford en California, cuando Tim Brown, un profesor de ingeniería, reavivó este concepto y su aplicación escribiendo un paper sobre esta metodología.

Según este profesor, el Design Thinking no es otra cosa que “un enfoque de la innovación centrado en el ser humano que recurre a las herramientas del diseñador para integrar las necesidades de las personas, las posibilidades de la tecnología y los requisitos para el éxito empresarial».

¿Cómo y por qué aplicar el Design Thinking en educación?

Desde hace algún tiempo, el sector educativo ha visto en el Design Thinking una metodología interesante para aplicar en la enseñanza y ofrecer así nuevas formas de aprender a los alumnos. Tengan la edad que tengan. ¿Cómo? Siguiendo el patrón marcado por este método que incluye los siguientes pasos:

  1. Identificación del reto o problema a resolver.
  2. Fase de interpretación donde se elegirá qué materiales o datos analizar.
  3. Creación de un plan basado en las ideas del grupo.
  4. Implementación de dichas ideas.
  5. Presentar la propuesta (al profesor en este caso).
  6. Analizar los resultados de la propuesta (si es posible) para hacer las mejoras o ajustes necesarios.

Estas actividades se suelen hacer en grupo y ayudan a que los alumnos trabajen de forma colaborativa, aprendan a identificar problemas, desarrollen habilidades de liderazgo, mejoren su empatía y aprendan a analizar y reflexionar sobre los resultados.

En definitiva, el Design Thinking parece ser para muchos docentes la metodología ideal para trabajar las habilidades blandas (soft skills), muy importantes para su desarrollo profesional en el futuro.

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