A estas alturas ya tenemos claro que la digitalización educativa es una realidad o, como mínimo, un objetivo a lograr en el corto plazo. De hecho, siempre hablamos de cómo será el futuro de la educación y qué papel tendrá la tecnología en este futuro.
Sin embargo, lo que quizás no nos preguntamos tan a menudo es: ¿Qué ocurre si no llevamos a cabo la digitalización de la enseñanza? ¿Qué riesgos o desventajas supone separar educación y tecnología? Hoy reflexionamos sobre ello.
Menor flexibilidad, menor productividad
Si algo hemos aprendido en los últimos años es que las cosas y las circunstancias pueden cambiar muy rápido. Y que, especialmente en temas tan importantes como la educación, debemos reaccionar deprisa.
La digitalización y las nuevas tecnologías nos ofrecen recursos que nos permiten adaptarnos con más facilidad y rapidez ante cualquier cambio, ya sea a nivel individual o colectivo.
Por otro lado, las herramientas digitales también permiten aligerar la carga de trabajo de ciertos procesos y gestiones en los que uno o varios pasos se pueden automatizar. Y hablamos de todo tipo de procesos que pueden llevarse a cabo en el día a día de un centro educativo: administrativos, de ventas, financieros, etc.
Comunidad educativa menos cohesionada
Una de las cosas para las que más utilizamos las nuevas tecnologías y las herramientas digitales es la comunicación, de un modo u otro: smartphones, aplicaciones como Whatsapp y otras redes sociales.
Esto significa que la tecnología es, a día de hoy, una herramienta básica para facilitar la creación y el mantenimiento de una buena comunidad educativa. Con las plataformas adecuadas, es mucho más fácil tener una comunicación fluida con alumnos, familias y todos los trabajadores del centro educativo.
Si un centro educativo no cuenta con estas facilidades, muy probablemente se encontrará con muchos retos y problemas a la hora de llevar a cabo cualquier tipo de comunicación, tanto interna como externa. ¿O es que ya no nos acordamos de los comentarios en las agendas o las notas que se quedaban en el fondo de la mochila?
Nos alejamos de la realidad de los alumnos
No podemos olvidar que los niños y jóvenes viven en un mundo digitalizado. Su forma de comunicarse, su entretenimiento y sus intereses son, al menos en parte, digitales.
En este contexto, es importante que los centros y los docentes que quieran que sus clases sean exitosas, “influenciar” a sus alumnos y llegar a ellos de verdad para mejorar su experiencia de aprendizaje, entiendan las nuevas tecnologías y utilicen recursos digitales en el aula.
Si ofrecemos facilidades a los alumnos y nos acercamos a su forma de ver el mundo y de comunicarse, probablemente también logremos que aprendan más y mejor.
Pero eso no es todo. Precisamente por esta realidad digital en la que vivimos – nosotros y los más jóvenes – es importantísimo que incluyamos la tecnología en el aula y, sobre todo, que enseñemos a los alumnos a utilizarla de la manera más segura y correcta.
Poca preparación para el mundo laboral
Si no digitalizamos la educación hoy estamos condenando a nuestros alumnos a no estar preparados para los empleos del mañana.
Prácticamente cualquier trabajo requiere y requerirá del uso de herramientas digitales o de tecnología, y no podemos pretender que los jóvenes finalicen sus estudios preparados para este mundo laboral si no han contado con una enseñanza a la altura.
Por supuesto, esto no significa que la educación deba perder la presencialidad, el toque humano o las manualidades, por poner algunos ejemplos. Se trata de incluir la tecnología y las herramientas digitales como recursos para mejorar la experiencia de aprendizaje de todos y asegurarnos de que los estudiantes salgan preparados para el mundo que les espera.
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